HOMILÍA 14o DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO.

HOMILÍA 14o DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO.
Ciclo A




Parece que la lecturas hoy nos proponen la humildad de
Jesucristo como la virtud que debemos imitar.
El profeta Zacarías anuncia la venida del Mesías que vendrá
como un rey humilde. Dice:
¡Alégrate, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu
Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado
sobre un asno...
Recordamos que Jesús cumplió esta profecía cuando entró en Jerusalén montado
sobre un asno.
También en el evangelio Jesús mismo habla de la humildad.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente
y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Las lecturas nos presentan la imagen de Cristo rey humilde de corazón. Nos causan
maravillar como Dios se hizo humilde en Cristo. Lo que es maravilloso no es
simplemente la humildad en sí, más bien es una humildad voluntaria. Jesús es
humilde de corazón, es decir que es humilde por una libre opción.
Entonces las lecturas son una invitación a adentrarnos en el misterio de Cristo.
Aprender más del misterio de Cristo nos orienta y nos ayuda vivir más cristianamente
porque Cristo es el camino, la verdad y la vida. No sólo es el destino, sino es el modo
de llegar al destino.
El mismo Jesús nos enseña que debemos cultivar la virtud de humildad cuando dice:
Bienaventurados los que tienen alma de pobres, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos.
Tener un «alma de pobre» quiere decir tener «la virtud de la humildad». Pues, no
solamente debemos admirar la humildad voluntaria de Jesús sino debemos imitarla
porque entonces seremos bienaventurados, es decir felices.
silogismo
Si Cristo fue humilde de corazón y para ser feliz conviene tener la virtud de la
humildad entonces conviene a comprender el significado del término “humildad”.
Para entender tha naturaleza de una virtud nos ayuda estudiar el vicio que la opone.
La humildad es la más opuesta al vicio de la soberbia u orgullo.
Mientras El gran filósofo pagano Aristóteles catalogó el orgullo como una virtud, el
cristianismo lo llama el peor de los vicios. Nada, repito nada, distingue más
claramente la moralidad cristiana de la moralidad pagana que sus actitudes opuestas
hacia el orgullo.El orgullo o soberbia es el peor de los pecados. No viene del mundo ni de la carne
sino del Maligno enemigo mismo. Viene del infierno. Fue el pecado original del
Diablo, quien rebeló contra Dios.
El orgullo fue también el pecado original de Adán y Eva quienes desearon ser como
Dios. No quisieron someterse a la ley sino desearon ponerse por encima de la ley.
Es el primero y el peor de los pecados porque es una violación del primero y del
mayor de los mandamientos: “no tendrás otros dioses delante de mí.” El orgullo pone
el pecador delante de Dios. Es decir que da prioridad a sí mismo antes de considerar a
Dios. El soberbio ama a sí mismo con todo su corazón y toda su mente y toda su
fuerza y no a Dios.
San Agustín en su libro La Ciudad de Dios dice todo el mundo pertenece a uno de las
dos ciudades: La ciudad de Dios que consiste de todos los que aman a Dios hasta
despreciarse, o la ciudad del mundo que consiste de todos los que aman a si mismo
hasta despreciar a Dios. (Recuerda, que nadie puede servir a dos señores.)
C. S. Lewis dice: Solamente hay dos clases de personas: Los que dicen a Dios
“Hágase tu voluntad” y los a quien Dios dirá en el juicio final “hágase tu voluntad”.
Y porque los orgullosos prefieren a sí mismos y sus deseos más que a Dios y sus
deseos, Dios va a permitir que se cumple su voluntad. Ellos van a pasar toda la
eternidad lejos de Él juntos con otros soberbios y orgullosos que será un infierno. El
Señor es un Señor y respeta nuestras decisiones.
Entonces el orgullo es la raíz de todo pecado porque cada pecado dice a Dios: “hágase
mi voluntad”.
Sin embargo, muchos piensan tan poco de la perversidad del orgullo que con
frecuencia utilizan el orgullo para superar otros vicio. Padres y docentes apelan al
orgullo del niño para curarlo de la mala conducta. Hasta sacerdotes en el
confesionario con buena intenciones caen en la trampa de usar este modo fácil de
curar vicios apelando al orgullo del penitente.
En cambio, Según Santo Tomás, Dios utiliza una tecnica opuesta. Dios permite que
algunos hombres caen en tentaciones de la carne para que superen su orgullo. Los
pecados de la carne son menos graves que los pecados espirituales pero son más
vergonzosos. Tal vergüenza causa la humildad y la humildad es un remedio contra el
orgullo. (Suma teológica II-II, 162, 6 ad 3)
Es de notar que los perversos gay, = los homosexuales viciosos tienen su «mes de
orgullo». No se dan cuenta que el orgullo es un pecado. Agregan pecado encima de
pecado. En cuanto que son sinvergüenzas, que no tienen vergüenza de su pecado, no
pueden convertirse.  Debemos rezar por ellos, pedimos que el Señor les conceda una sana vergüenza. 

San Bernardo de Caraval cuando se lo preguntó cuáles son las cuatro virtudes
cardenales respondió: la humildad, la humildad, la humildad y la humildad.
La humildad es el remedio contra el orgullo

Pensar menos sobre uno mismo es una cosa, pensar menos de uno mismo es otra. La
humildad es pensar menos sobre uno mismo más que pensar menos de uno mismo. El
orgullo mira hacia adentro, la humildad mira hacia fuera en una éxtasis que olvida de
uno mismo.
n cambio Jesús combina la bondad y la fuerza. Su pobreza del espíritu es voluntaria,
es fuerte y no débil. Jesús es humilde de corazón.
Nosotros debemos procurar un corazón como el de Jesús, un corazón fuerte y
humildad.
Viva Cristo Rey

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